Dedico muchas horas de las formaciones de portavoces a analizar las intervenciones de los participantes. Intento situar la crítica a partir de un análisis verbal, vocal (paralenguaje) y no verbal. También busco analizar las expectativas que la audiencia tiene y crea como base para situar la táctica de la intervención pública. Conocer como es nuestra audiencia resulta vital para saber como debe ser nuestro posicionamiento público. Intento hacer eficaz las formaciones a partir de estos pilares.

Pero lo que resulta más eficaz para formar a los portavoces es el análisis que cada uno hace de si mismo. Ver la grabación de uno mismo y criticarse sin destruirse es imprescindible para conseguir los objetivos que pretendemos. Mirarse en una pantalla genera una capacidad de abstracción para situar el análisis como si se tratase de otro yo.

Será porque en el mundo de la imagen en que cada uno de nosotros viaja con una cámara en el bolsillo (móvil) estamos más acostumbrados que nunca a ver a los demás y menos que nunca a mirarnos a nosotros mismos; será porque si no miramos una pantalla no somos capaces de reconocer la realidad, pero la situación es muy clara: la consciencia se activa a partir de la visión y la formación es eficaz si tiene consciencia crítica.