¿Por qué no funciona un líder? ¿Qué dificulta el trabajo del que ha sido llamado a posicionarse al frente de una organización? Intento enumerar los principales bloqueadores emocionales (open list) que condicionan negativamente su trabajo en las organizaciones.

  1. Miedo. Es el principal bloqueador de cualquier actividad, no sólo del liderazgo. Se manifiesta como la percepción de peligro, normalmente futuro. El miedo es real cuando está en correspondencia con una amenaza pero muy a menudo la amenaza es sólo perceptiva y la construimos como una forma de adaptarnos al medio y también de justificar el hipotético fracaso.  Se manifiesta en forma de ira, rigidez, desconfianza… Posiblemente es el bloqueador más determinante de la actividad humana.
  2. Apariencia. Querer parecer o aparentar algo que no es. Va en contra de un principio básico del liderazgo: la autenticidad. El líder debe parecer aquello que es y debe posicionarse desde la realidad y la certeza. El liderazgo aparente está basado en las reservas y acaba siendo reactivo. La autenticidad, a pesar que genere discrepancia, es más rentable.
  3. Sectarismo. Actitud que surge de dar importancia a las diferencias y los prejuicios percibidos y convertirlos en motor de la forma de actuación habitual en una organización. Parte de la superioridad moral y de atrincherarse en los pensamientos que uno tiene. La idea fuerza es: “lo hacemos mejor porque somos así por tanto, él lo hará peor porque no es como yo o como nosotros”.
  4. Estancamiento o Inmovilismo. Se trata de la suspensión o detención de una acción porque la novedad (el futuro) nos genera demasiada incertidumbre. Se basa en la idea de que lo que hacemos ya funciona y probar algo nuevo es un riesgo que cuesta de asumir.  La comodidad de nuestra área de confort se siente amenazada por el área de incomodidad que puede generar aquella acción futura. Por tanto, no hacer nada es la solución.
  5. Sordera.  Es la dificultad o imposibilidad de escuchar a los demás y de saber leer correctamente las situaciones que se producen. En este capítulo se incorporan aspectos como la falta de empatía, de escucha activa, de asertividad… La capacidad de escucha se ha convertido en un elemento clave para el liderazgo en las organizaciones. No hay peor líder que el que no sabe escuchar. La escucha genera confianza y aporta información valiosísima para la toma de decisiones.
  6. Dejadez. Abandono de las responsabilidades que son propias al cargo que desarrollas. Normalmente se asocia a la negligencia porque las consecuencias son las mismas. En este sentido, se debe considerar tanto los aspectos técnicos como los relacionales porque las relaciones de un equipo también son responsabilidad del líder.
  7. Arrogancia.  Se refiere al excesivo orgullo de una persona de si misma, que la lleva a creer y exigir más privilegios que a los que tiene derecho y a pensar que siempre está en posesión de la verdad.  Normalmente resulta difícil que alguien se auto diagnostique de arrogante y se confunde con la vehemencia. La humildad estratégica es la mejor cura.

Se puede observar que los bloqueadores propuestos se posicionan más en el plano emocional que racional. Son más límbicos que de córtex. Los grandes peligros del liderazgo están más cerca que la resolución de conflictos actitudinales que aptitudinales. Aquello que diferencia a los buenos de los malos líderes tienen que ver más con la emocionalidad que con la racionalidad.