¿Quieres formar parte del problema o de la solución? Para mi, resolver esta pregunta es casi una decisión vital que afecta a nuestras vidas de una forma definitiva. No sólo por lo que se va a percibir de nosotros sino también por la forma en la que vamos a vernos y a sentirnos a nosotros mismos especialmente si no somos ‘autistas emocionales’ y sabemos hacernos una autocrítica constructiva. En la vida, básicamente, puedes situarte en el lado de las soluciones o en el de los problemas. No es un tema menor y normalmente tomamos este tipo de decisiones sin ninguna consciencia plena. Lo hacemos sin pensar, porque nos parece más natural o simplemente nos dejamos contaminar por climas negativos o positivos que se desarrollan entre grupos ya sean personales o profesionales.

Hay gente que ha hecho de la queja el relato de su vida, que siempre se queja, que siempre protesta. Son personas que normalmente se mantienen muy poco activas comunicativamente en momentos en que las cosas van bien y que toman un gran protagonismo cuando todo se tuerce. Con el tiempo he descubierto que este tipo de personas acostumbran a no ser brillantes, acostumbran a no estar entre lo mejor de cada casa y se caracterizan por una cierta mediocridad. Vaya, que difícilmente van a estar nunca entre los candidatos a un Premio Nobel. Son personas que buscan constantemente problemas porque les son imprescindibles para poder sobrevivir. Se pasan el día criticando, siempre que hablan es para expresar negatividad o quejarse de algo. Nada les parece bien. Creen que el mundo sólo les plantea problemas y que se han conjurado para caerles encima o muy cerca. Pienso que no es así. Que lo que pasa es que los atraen porque los necesitan. Los problemas son la gasolina para que puedan mantener su mediocridad y seguir sembrando la negatividad en sus vidas. Lo mejor es alejarse de ellos a tiempo porque son tóxicos. No nos van a hacer ningún bien y van a impactar en nuestras vidas, por lo general, de una forma negativa.

Siempre reclamo que cuando tengamos que hablar lo hagamos en positivo, para proponer algo. Hablar siempre en negativo nos hace peores. Hablar cerca de las soluciones nos generará más bienestar, más atención y nos aproximará a una percepción de mayores capacidades intelectuales. Tienes que ser muy bueno para situarte siempre del lado de los problemas y que se te perciba como brillante. La comunicación en positivo facilita la creación de entornos colaborativos y permite una mayor aceptabilidad no necesariamente de lo que decimos sino de nuestra persona. Estoy convencido que pensar, hablar y vivir cerca de las soluciones te garantiza una mejor percepción de los que te rodean.