“XX acusado de…”; “Presentada una querella contra XX”; “XX considera que XX es culpable de…” Se trata de titulares que, cada vez más, se reproducen en nuestros medios de comunicación y que, normalmente, sirven para explicar una situación que alguien ha decidido emprender. Observo, no sin preocupación, como esta realidad acaba ocasionando un juicio público y paralelo sobre el hecho o la persona en cuestión, normalmente, basándonos solo en una parte interesada.

En general, este juicio público es abonado por los medios de comunicación que no dudan en dar voz a todos aquellos que faciliten más detalles del hecho en cuestión. Mientras, los que son acusados se encuentran en una cierta indefensión porque les es muy complicado obtener el mismo tamaño de foco mediático que tiene el que acusa. Es un sistema que cada vez resulta más habitual y que, para mi sorpresa, no genera incomodidad a los medios de comunicación. Se justifican diciendo que sólo están explicando algo que ha sucedido.

Recuerdo un caso paradigmático que, muy probablemente, hizo perder las elecciones a un candidato a alcalde (el resultado final tuvo una diferencia de un concejal cuando las encuestas previas le daban la victoria) al que, poco antes de las elecciones, se le acusó de tener dinero escondido en Suiza. Tiempo después se demostró que no era cierto y que quién lo instigó, con la connivencia de aquellos que resultaron ganadores, lo hizo para perjudicarlo.

¿Y la presunción de inocencia? Desaparecida en combate. De joven, con los primeros albores de la democracia en nuestro país, me enseñaron que uno de los grandes logros del sistema democrático era la presunción de inocencia. En un estado de derecho, me decían, no debes demostrar tu inocencia. Eres inocente mientras no se demuestre lo contrario.

¿Y qué pasa ahora? Pues que los medios de comunicación, sospecho que con más gusto que pena porque poco veo que hagan para resolverlo, se han convertido en jueces y fiscales de nuestra sociedad y reparten inocencias y culpabilidades promoviendo juicios paralelos y públicos. Juicios que gusta dimensionar a los medios y que cuando tiempo después se demuestra, mediante la acción de la justicia, que aquél al que se acusó no tenía culpa, no obtienen la misma dimensión mediática que consiguió la acusación. No sé si no se dan cuenta del flaco favor que hacen a la democracia y a un sector que vive una de las peores crisis de su historia. ¿Será, entre otras cosas, por eso?

¿Es noticia que alguien acuse a otra persona, poniendo el foco en el acusado y no en el acusador? (en el caso de supuesta violencia de genero siempre es así). ¿O lo que es noticia es que un juez dicte una sentencia ante una vulneración de la ley? Parece que los medios están más atentos a lo primero que a la segundo. ¿No será que lo primero les permite dimensionar mejor el hecho, especular con escenarios futuros, y vender más y lo segundo no les es tan rentable en términos de negocio?

Salir en un medio de comunicación se está convirtiendo en algo a evitar. Si seguimos así acabaremos diciendo que eres inocente mientras no aparezcas en un medio de comunicación.